La historia del telar:

El arte del tejido es quizá, de entre todas las prácticas artesanas, la que mejor narra la historia humana. Existen pruebas de la existencia de paños tejidos hace diez mil años, durante la era neolítica. Tan pronto como los humanos descubrieron el código para entretejer hilos, se puso en marcha una cadena de acontecimientos que condujo no solo a la industrialización, sino también al pensamiento empírico e incluso al desarrollo de la tecnología informática. La tejeduría es una labor artesanal que forma parte integral de la civilización contemporánea y que, a través de la urdimbre y la trama, ha estado presente en todas las civilizaciones, desde la antigüedad hasta nuestros días.

La evolución del telar corre paralela a la de la mecanización. La necesidad universal de cobijo, abrigo y de utillaje fue la chispa que puso en marcha el desarrollo de todo un abanico de sistemas para tejer, en perfecta sintonía con los materiales, el entorno y la cultura de sus respectivos creadores. Una gran variedad de telares (de pesas, de tabillas, de cintura, de bajo lizo, verticales, de bastidor, de cintería, de fosa, de tapices, de mesa y de suelo) marcan diferentes hitos en esta evolución. Se han encontrado imágenes de mujeres y niños tejiendo en el Antiguo Egipcio. También se han encontrado en China 500 a.C. hacia el año 700 d.C. se encuentran ya telares verticales en toda Asia, Europa y África. Las tribus andinas y norteamericanas también habían desarrollado ésta técnica.

No es posible hablar de la tejeduría sin mencionar los textiles de la India. Existe evidencia arqueológica del algodón en el valle del Indo en torno al 3000 a.C. una de estas comunidades de tejedores de hilaturas finas de seda, los Ansari de Benarés, sigue dedicándose en la actualidad a la manufactura doméstica de tejidos, transmitiendo sus conocimientos de padres a hijos y de generación en generación.

La mecanización de los telares durante el siglo XVIII y principios del XIX desencadenó una transformación de la sociedad a gran escala. Las empresas artesanales prácticamente desaparecieron cuando la mano de obra se trasladó de los negocios familiares a las grandes fábricas, donde la presión por producir metrajes de tejido era constante. No todos estaban satisfechos con la evolución de los acontecimientos; en los albores del siglo XIX, el ludismo, fue un movimiento integrado principalmente por obreros ingleses del textil, protestó contra la sustitución de obreros por máquinas y la consiguiente reducción de mano de obra. En paralelo, se desarrolló la filosofía del movimiento Arts and Crafts, abanderado por William Morris durante los años sesenta del siglo XIX, que coincidían con los luditas en su defensa de los valores de la manufactura doméstica, en la que la tejeduría ocupaba un lugar predominante. Si una persona era capaz de fabricar sus propios tejidos, podía ser completamente independiente de un sistema que prosperaba a costa de la explotación de una mano de obra empobrecida. La contracultura de los años sesenta y principios del setenta del siglo XX vivió el resurgir de la tejeduría doméstica en Occidente, como parte de un movimiento contrario a la producción en masa y la industrialización.

Con todo, si bien la tejeduría manual de calidad mantuvo su popularidad entre los aficionados y los talleres de artesanía, quedo fuera de órbita de los intereses de la juventud hasta hace poco. Una revalorización de la maestría, la destreza y la estética propias de la artesanía étnica ha conducido a una adopción masiva de tecnologías y, en la actualidad, una nueva generación de artesanos y diseñadores está redescubriendo algo que muchos de nosotros hace tiempo que sabemos: tejer a mano está muy buenísimo!

Estuve probando de hacer esta técnica, si querés ver el paso a paso podés leer este post.