Las flores se han convertido en un clásico, cada año vuelven renovadas, con un estilo diferente, orientales, tropicales, liberty, entre otros de lo más variados. Pero siempre están vigentes y debo admitir que las amo ¿será autorreferencial? Jaja quien sabe. Lo que sí sé, es que la naturaleza me resulta una fuente inagotable de inspiración, en el post de hoy quiero mostrarte dos cosas que me gustan mucho y que combinadas ¡pueden ser una genialidad! Son las pinceladas y las flores.
Esta inspiración es en realidad producto de una idea de mi mamá. Cuando estuve en Entre Ríos, me invitaron a dar un taller de sublimación, en Gilbert. Un pequeño pueblo de la provincia que se encuentra a unos 130 kilometros de Villa Elisa, como todavía no manejo sola en la ruta y no había colectivos que me lleven directo, le pedí descaradamente a mi mamá que me lleve.
Era una situación que me incomodaba, porque no quería molestarla, pero ya estaba comprometida a ir, entonces se me ocurrió invitarla a participar del taller, y como buena mamá, aceptó encantada sin saber mucho de qué se trataba la técnica.

Ya en el taller, cuando empezaron a dibujar y crear los motivos para sus estampas, ella empezó a hacer trazos, para un lado y para el otro. Invocando a su musa de inspiradora y ablandando un poco la mano, supongo que también recordando sus épocas de estudiante de arquitectura. Cuando completó el primer papel, tomó uno nuevo, en el que empezó a hacer pequeños golpecitos con el pincel, de una forma y de otra, parecía como un estudio de trazos que en las carreras de diseño y arquitectura suelen ser ejercicios comunes.
Probaba más anchos y más delgados, hasta que vio el potencial que eso tenía como pétalos de flores y tallitos. Y ahí no más ¡Me volví locaaaaa! Es justo lo que intento mostrarles en mis talleres, quiero deconstruir la imagen del pincel como una herramienta de relleno de dibujo, sino que mostrarles otros formas de uso de una misma herramienta. Ella lo entendió a la perfección, y si, quizá sea porque es mi mamá, pero me gustó mucho el resultado de lo que hizo. Así que la inspiración que te comparto hoy, es gracias a ella.

En cada taller de estampación, pasa lo mismo, luego de repartir los materiales por la mesa y explicar más o menos la técnica, llega el momento de poner manos a la obra y crear los motivos para la estampa. No pasan ni cinco minutos y ya se escucha por primera vez, la frase “no se qué dibujar” “sólo dibujo copiando” y la verdad es que se me estruja el corazón cada vez que escucho esto. No porque pretendo que todo el mundo sepa dibujar o se sienta cómodo con esto, sino porque veo cómo nos han metido en la cabeza esa idea de que hay algo que está bien o mal en el dibujo y la pintura.

No voy a mentirte, yo también lo creí por mucho tiempo y hasta pronuncié la misma frase “no se dibujar”. Pero la experimentación en el estampado de telas, me ha demostrado que para crear estampas increíbles, no es necesario “saber” dibujar.
Debemos recordar que no son obras de arte que irán expuestas sobre una pared y se apreciarán completamente al detalle. Sino esa tela se utiliza para crear un objeto, entonces la tela se irá adaptando de acuerdo a la forma del objeto, si es una prenda se adaptará al cuerpo, si es un almohadón se adaptará al relleno. Entonces, si lo pensamos bien, en realidad la estampa de una tela nunca se ve extendida o completa. Fijate en la diferencia que existe entre ver una tela desde lejos y cuando te acercás, acá podés darte cuenta qué tan importante es la perfección del dibujo en la estampación. Hay pequeños detalles como una estampa de gatitos por ejemplo, que de lejos se verán como si fuesen simples lunares (ni te digo si tenés miopía!) entonces nos podemos preguntar, ¿realmente necesitamos dibujos perfectos para crear estampas? Recordá los trabajos que hacías en el jardín o cómo se expresaban tus hijos entre los 3 y los 5 años, con manchas y colores. Sólo eso. Excepto cuando se formaba ese marrón horrible de mezclar tantos colores, los resultados son súper interesantes y te lo digo en serio, para crear patrones de estampado funcionan muy bien.

Con esto no estoy desmereciendo la ilustración ni nada, al contrario, quienes dibujan con gracia y más o menos se entiende lo que quieren mostrar, ¡¡mis aplausos!! Yo no he alcanzado esos niveles todavía, pero lo sigo intentando. Simplemente, quiero demostrarte que, para crear estampas, no es necesario ser el mejor ilustrador del mundo (¿quién pone estos títulos?) sino que, para crear patrones bellos, nos alcanza con las texturas, los elementos que tenemos a mano y la creatividad. Hermosa creatividad.

Así que, si alguna vez se te cruzo por la cabeza que no sabes dibujar, te comparto una solución para que puedas crear estampas hermosas ¡sin “saber” dibujar! Vamos a crear flores con simples pinceladas, irregulares, mas separadas, mas juntas, imperfectas, pero hermosas.
Así que ¡aguante la imperfección!
¿Vos con qué te sentís más cómoda, con la ilustración o con las manchitas?
Espero que tengas un gran día!
Besotes,
Flor